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El marinero verde

de Hernán del Solar

Personajes:


El marinero verde. Diseño del traje a tu gusto... echa a volar la imaginación. Unos veintitrés años.

Un viejo con pipa y boina. Como 70 años. Delgado y correoso.

Dos empleados de la grúa. Los dos con gorras y pantalón de pechera. El 1 como de cuarenta años, y con barba tupida. El 2 como de quince años.

Un pescador, como de 30 años, vestido con camisa raída, pantalones arremangados y chaleco.

Su esposa, misma edad. Mucha sencillez para vestir. El pelito discretamente peinado en una coleta en la nuca. Rizos esponjosos.

Una señora burlona. Como 40 años. Vestido bonito. La cabeza cubierta con una pañoleta.

Una viejita vendedora de golosinas. Como 80 años. Pelo ralo recogido en trenzas. Lleva su mercancía en una canasta y se cubre los brazos con un viejo chal.

Un grupo de niños; uno mayor, de 12 años, y los otros (tres niñas y dos niños) de entre 5 a 10 años.

El boticario. Cuarenta y pico. Medio calvo, gordito y bigotón. Lleva pantalones oscuros y una bata blanca de doctor.

Si es necesario, más gente del puerto.

Un capitán y un timonel del barco donde trabajaba el marinero.

El pirata. Pantalones cortos, espada al cinto, venda sobre un ojo, paño amarrado en la cabeza... tal como un pirata de cuentos para niños.

El hombre del mar. Cola de pez, torso musculado (sin exagerar) escamitas esporádicas sobre la piel. Larguísimos barba y cabellos blancos.

Tres capitanes, cada uno representante de diferentes pueblos que hayan sido navegantes: Uno fenicio, otro vikingo y el tercero español del siglo XVI.

La sirena. Muy guapa, de cabellos larguísimos, escamitas aquí y allá en la piel. Pecho al descubierto, pero nunca se alcanza a ver.

Época: Un puerto en 1930, cien años antes y mundo mágico.



Cuadro 1
Un pueblo portuario a la distancia. Se ve a la derecha un malecón con una fábrica con chimeneas. Un barco en un muelle, y un barco más más pequeño junto a él. Junto al barco grande, una grúa para redes. Casas de madera, todas como talleres. Un camino amplio entre los muelles y las casas. No se ven personas aún.
Texto: Un día, simplemente, se apareció en el puerto...



Cuadro 2
Toma de cuerpo entero y más o menos alejada del marinero verde en el camino amplio. Lleva los brazos cruzados a la espalda y examina sus alrededores con curiosidad, casi casi con miedo.



Cuadro 3
Una gaviota posada en un mástil del barco grande levanta el vuelo. Onomatopeya del grito de la gaviota. (¡Kia! ¡Kia!)


Cuadro 4
La gaviota pasa volando junto al marinero. Éste la saluda con un corto ademán y una sonrisa leve.



Cuadro 5
El marinero se detiene frente a la grúa del barco y está a punto de posar una mano en ella. La ve con muchísima curiosidad. Atrás de la grúa, dos empleados examinan a su vez al marinero.
Empleado 1: (Pensando) ¿Y éste...?



Cuadro 6
El marinero pasa delante del bote pequeño. Frente a éste, una pescador y su esposa, que estaban bajando cubetas de peces, se le quedan viendo. La esposa tiene en el rostro una expresión de intriga sincera.
Esposa: (en voz baja, al pescador) ¿Quién será?



Cuadro 7
El marinero da la vuelta y se introduce en la calle principal del pueblo. De la casa que está en la esquina de donde se da la vuelta, se asoma por la ventana una señora burlona. Con una mano recorre la cortina de la ventana y con la otra se tapa una sonrisa.
Señora:(pensando) ¡Qué extravagante...!



Cuadro 8
De frente, ahora con la mirada baja, el marinero verde camina por la calle. Se ve ahora que los empleados de la grúa y la pareja de pescadores se asoman por el extremo de la calle. La señora burlona está en el quicio de su puerta. En primer plano, una viejita con una canasta de golosinas y un grupito de niños que jugaban en el piso desvían su atención hacia el recién llegado.
Niño: ¡Eh, miren!



Cuadro 9
Un viejo mordisqueando una pipa se acerca a la viejita y a los niños. Dos de las niñas se toman de la mano y salen del cuadro (pretenden acercarse al marinero). Sonríen. Los otros niños miran hacia afuera, embobados.
Viejita: Qué traje tan raro... todo verde. Y brilla mucho...
Viejo: Pero no ha llegado ninguna nave... que pueda traer a un...



Cuadro 10
El marinero sigue caminando. Ve con mucha atención una casa frente a él. Atrás de él está ya el grupo de personas que habían comenzado a seguirlo.
Texto: “...marinero verde...”



Cuadro 11
El marinero se detiene, con algo de inseguridad, frente a una casa al final de la calle. Esta casa es de madera, tiene una puerta de mosquitero y ventanas grandes. Por la ventana se alcanza a ver un mostrador y una gran estantería llena de frascos con etiquetas. Encima de la puerta se ve un letrero de madera con letras grandes e irregulares que dicen: “Botica”.



Cuadro 12
El boticario se asoma por la puerta y mira al marinero.
Boticario: ¿Necesita algo? ¿A quién busca?



Cuadro 13
Toma muy amplia. El marinero se ve diciéndole algo al boticario, con una mano en la cabeza y la otra extendida hacia él. Los ojos clavados en el piso. El boticario se rasca la barbilla. Hacia un lado, el viejo de la pipa y la viejita de los dulces escuchan, uno muy extrañado y rascándose una oreja, la otra con cara entre asombro y susto.
Texto: Y entonces el desconocido habló. Tenía una voz profunda, y lo que decía eran nombres de personas muertas hacía mucho tiempo...



Cuadro 14
El viejo, en primer plano, extiende el brazo de la pipa hacia el marinero. Éste no levanta la vista.
Viejo: ¿Ellos? Han muerto. Yo era joven entonces. Tú... no has podido conocerlos.



Cuadro 15
El marinero desvía la vista hacia las montañas detrás del pueblo. Su frente está arrugada, como si la noticia lo hubiera golpeado profundamente.
Marinero: (en voz baja) He preguntado por mis padres y mis hermanos.



Cuadro 16
El boticario en primer plano. Detrás de él se ven los empleados de la grúa y las dos niñas. Los empleados se miran uno al otro.
Boticario: Es imposible. Murieron antes de que yo naciera, y soy mucho más viejo que tú.



Cuadro 17
El marinero da la espalda al boticario (y a la toma). Los otros se agrupan tras el boticario, y siguen viendo al marinero.
Marinero: Eran mis padres y mis hermanos.



Cuadro 18
El grupo de personas, encabezadas por el boticario, se ven unos a otros. El pescador mira a su esposa. La señora burlona intercambia una mirada con el boticario.



Cuadro 19
Todos los del grupo, salvo la esposa del pescador y la niña más pequeña, se echan a reír a carcajadas. La niña pequeñita tiene cara de ¿qué está sucediendo? y la esposa lanza al pescador una mirada de profundo reproche. Onomatopeyas de risa por todos lados.



Cuadro 20
Primer plano del empleado 1 frente al grupo. El empleado 2 comenta algo con el niño mayor.
Empleado 1: Si vivieran todavía, les llevaría años reconocerte y darte la mano...
Empleado 2: ¡Está loco!



Cuadro 21
Ahora primer plano de la señora burlona.
Señora: Un marinero verde nace cada veinte siglos... ¿de qué color eran tus hermanos?



Cuadro 22
El boticario se dobla de la risa. La señora burlona, junto a él, se tapa la boca con las dos manos. Las onomatopeyas de la risa flotan en el aire.
Boticario: ¡De qué color... sus hermanos! ¡Buenísimo, buenísimo!



Cuadro 23
El grupo, salvo el pescador y su esposa, continúa riendo. El marinero verde se aleja, dándoles la espalda. La esposa del pescador lo mira fijamente.



Cuadro 24
Plano americano (creo que éste es el de las rodillas para arriba) del pescador y su esposa. El pescador se rasca la cabeza.
Esposa: Creo que no ha mentido.
Pescador: Pero es demasiado joven, y habla de gente muerta hace mucho tiempo.



Cuadro 25
La esposa desvía la mirada hacia el marinero que camina a lo lejos, por donde vino, y comienza a moverse hacia él tomando a su marido del brazo.
Esposa: Me gustaría saber la verdad... No creo que haya mentido.



Cuadro 26
El marinero en primer plano, con la vista en el piso. El pescador y su esposa lo siguen. A unos cinco pasos de ellos, el grupo que antes se estaba burlando comienza a caminar también.
Esposa: (A su marido, y en voz baja) Mira...

Cuadro 27
El marinero llega junto al mar. El grupo sigue atrás.
Esposa: (en voz baja) Mira su traje... no parece tela...



Cuadro 28
El marinero comienza a sentarse en una roca frente al mar. El pescador y su esposa lo miran desde primer plano.
Esposa:... parece... parece... planta marina...



Cuadro 29
El marinero, sentado desde su roca, se vuelve hacia ellos y les sonríe. Para entonces, el grupo de curiosos ya llegó. La esposa se lleva una mano a la boca, con timidez.
Esposa: Eh... tú eres de aquí, ¿no?



Cuadro 30
El marinero deja caer los brazos, relajado, sobre las piernas. Echa la cabeza hacia un lado, como si estuviera platicando en una sala. La gente del grupo comienza a hacer preguntas.
Marinero: Sí, soy de aquí.
Viejita: ¿Pero de dónde vienes ahora?


Cuadro 31
El marinero de espaldas, viendo hacia un lado. Diversos miembros del grupo reclaman atención.
Marinero: Del mar. Estuve en...
Pescador: ¿De dónde sacaste ese traje?
Boticario: ¿Qué sabes de la familia que vivía en mi casa?
Niño: ¿Tu ropa es de pescado?



Cuadro 32
El marinero, al frente del grupo, mira hacia el cielo.
Marinero: Mejor será que cuente mi historia desde el principio... tanta pregunta no conduce a nada...


Cuadro 33
Primer plano del marinero, viendo, hacia lo lejos, el horizonte del mar. Un dejo de melancolía en su rostro.
Marinero: ... y lo que yo quiero es que me crean.



Cuadro 34
El marinero se pasa una mano por la frente. El grupo que antes se burlaba de él ahora está completamente callado, y lo miran con seriedad.
Marinero: Ahora sé que todo esto sucedió hace muchos años... No puedo explicármelo, y prefiero recordarlo sin pensar cómo ha sido...



Cuadro 35
Una imagen del marinero, de unos trece años, de pie en el muelle. Se alcanza a ver el malecón, sin la fábrica, y un barco en el muelle, un modelo de 1840 o algo así. El marinero está vestido pobremente, pero tiene una sonrisa radiante en la carita sucia. Lleva cargado un hatillo con su ropa.
Texto: “Nací en este puerto, fui a la escuela y me convertí en grumete”...



Cuadro 36
El marinerito, en el barco, está limpiando la cubierta con cubeta y trapo. Mira con fascinación el timón, donde el capitán del barco le hace comentarios al timonel.
Texto: “El nombre del barco no importa... si lo digo, me contarán que ya yo existe, y yo lo lamentaré, pues era un gran barco, y en él aprendí a querer muchas cosas que aún no he dejado de amar”...



Cuadro 37
El marinero, ya más crecido, tiene ahora el timón entre las manos, bajo la sonriente dirección del timonel, un poco envejecido.
Texto: “Íbamos y veníamos por la costa, y a veces pasábamos una semana entera en el pueblo. No había una sola piedra de los caminos que yo no conociera...”



Cuadro 38
Atardece y el puerto está solitario. El marinero, de pie en el muelle, mira feliz hacia el mar.
Texto: “Me gusta el mar. Y siempre creí que en alguna parte, muy lejos, me esperaba una aventura feliz. Esa idea me enseñó a soñar”...



Cuadro 39
El marinero baja del muelle y se dirige hacia la playa.
Texto: “Y una tarde”...



Cuadro 40
El marinero se detiene, y mira con extrañeza. A la orilla del mar, se recorta la silueta de un hombre (el pirata).



Cuadro 41
El marinero se acerca cautelosamente a la playa. Ya es posible ver la espalda del pirata.



Cuadro 42
El pirata se da la vuelta de pronto. El marinero se sobresalta un poco.
Pirata: Te esperaba.



Cuadro 43
El pirata extiende la mano hacia el marinero, que hace ademán de retroceder un poco. Está sorprendidísimo.
Pirata: Tú amas el mar como yo. Y has soñado con ser feliz en alguna parte, más alla de lo que alcanzas a ver.
Marinero: (en voz muy baja) ¿Eh...?



Cuadro 44
El pirata sonríe al marinero y lo señala, algo directamente. Él se aparta un poco.
Pirata: Es por eso que te hemos elegido.
Marinero: ¿Quién... quién eres...?



Cuadro 45
El pirata se coloca las manos en la cintura y comienza a reír. Mira hacia el frente. El marinero frunce un poco el ceño, pero como avergonzado.
Pirata: ¡Ja, ja, ja, ja! Yo no pregunté tu nombre. ¿Para qué quieres saber el mío?
Pirata: Lo que importa es lo que quiero proponerte.



Cuadro 46
Primer plano del pirata. Señala hacia abajo, a una caleta que se ve tranquila.
Pirata: Allí te esperaré mañana, a media noche. Tienes que ir solo, y yo te conduciré a la aventura que siempre has soñado...



Cuadro 47
El marinero no ha esperado antes de que se lo digan para echar a correr. El pirata lo mira divertido.
Pirata: Ya te puedes ir...



Cuadro 48
El marinero continúa corriendo. Dentro de él resuena la voz del pirata.
Marinero: (pensando) “Allí te espero mañana, a media noche...”

Cuadro 49
El marinero detiene su carrera, y se vuelve. A la distancia, aún se ve la silueta del pirata.
Marinero: (pensando) “Allí te espero mañana, a media noche.”.
Texto, en la parte inferior: “A partir de ese momento, no pude pensar en otra cosa”...



Cuadro 50
El marinero, de regreso a la caleta, camina (hay que poner algo en él para insinuar que es otro día, tal vez algún cambio de detalle en su vestidura o algo así). Mira hacia lo lejos. Frunce el ceño, buscando.
Texto: “... y a la noche siguene, a la hora de nuestra cita”...



Cuadro 51
El marinero llega junto a un farol que cuelga de una rama hundida en la arena y las piedras. La mira con mucha curiosidad.



Cuadro 52
El marinero se inclina a examinar el farol. Su mano está a punto de tocarlo. Voltea un poco el rostro al oír una voz que lo llama.
Pirata: (off) Toma el farol...



Cuadro 53
El marinero, en primer plano, levanta la vista. A lo lejos se ve la silueta del pirata, en una barca que flota en la caleta. El pirata le hace señas con la mano derecha mientras que con la otra sostiene un remo.
Pirata: Como lo adiviné, has sido puntual. Ven...



Cuadro 54
El marinero, con el mar hasta los tobillos se dispone a subir a la lancha. Le tiende la mano derecha al pirata, que lo toma del antebrazo. Con la izquierda lleva el farol. Su mirada se desvía un poco a sus pasos inseguros.



Cuadro 55
El pirata tiene ahora el farol en la mano, y le sopla con fuerza para apagarlo. El marinero, que se está sentando en una tabla de la lancha, observa ésto con asombro, pero cautelosamente.



Cuadro 56
El marinero permanece sentado en su tabla. Se rodea el torso con los brazos, como para darse calor. El pirata, sentado también, rema vigorosamente. Las tranquilas aguas de la caleta se sacuden con el movimiento.
Texto: “Me sorprendió su pericia para salir de ahí...”



Cuadro 57
Toma de la barca contra la línea del horizonte. Se ven estrellas. La barca navega en medio de las olas. El marinero se detiene de la tabla con los brazos. El pirata ahora est]a de pie. De preferencia, toma de espaldas de ellos dos.
Texto: “...y poco después me di cuenta de que estabamos en medio del mar. Remaba con una rapidez extraordinaria”...
Texto: “No me atreví a hablarle, y él no dijo una plalabra. Su silencio me inquietaba cada vez más...”



Cuadro 58
El pirata, de pie, levanta el remo del agua. El marinero pone cara de que lo acaban de despertar de un sueño interesante.
Texto: “No podría decir cuánto duró nuestro viaje. Y de pronto”...
Pirata: Hemos llegado.



Cuadro 59
El pirata enciende con toda calma el farol, usando un cerillo de pabilo grueso. El marinero comienza a levantarse, y ve extrañado a su alrededor.
Marinero: (pensando) ¿Dónde estamos?



Cuadro 60
Toma aérea, muy amplia y muy lejana. Debe apreciarse toda la playa, y la línea del horizonte con el sol apenas apareciendo. En el centro, muy pequeñas, las figuras del pirata y el marinero, el primero ayudando a descender de la barca al segundo. La playa es muy corta, con un acantilado. En el extremo norte de éste, se debe apreciar a medias la entrada de una gruta. Todo el conjunto debe dar la impresión de algún lugar “fuera de este mundo”. Sobre la toma vuelan dos grifitos... que parezcan pájaros a menos que se les observe con mucho cuidado.



Cuadro 61
El marinero mira la entrada dela gruta. El pirata, con el farol por delante, se la señala.
Pirata: Entremos.



Cuadro 62
El marinero y el pirata entran en la gruta. Caminan. El farol proyecta sus sombras en unas paredes altas y rugosas, llenas de fisuras. El piso es arena.



Cuadro 63
El pirata, sonriendo, está de pie frente a una puerta redonda de piedra. La puerta no tiene inscripciones, pero está muy lisa en comparación a lo rugoso de las paredes. El marinero observa la parte de arriba.
Pirata: Bueno, aquí termina mi misión...



Cuadro 64
Acercamiento a la mano del pirata, que golpea la puerta. Onomatopeya de dos golpes: toc, toc.
Pirata: (off)... En adelante, la aventura va a ser para ti solo.



Cuadro 65
El marinero ve que el pirata se aleja con el farol.



Cuadro 66
La puerta, detrás del marinero, se va abriendo. Éste se vuelve un poco sobresaltado. De la puerta sale una voz.
Voz en off: Entra.



Cuadro 67
El marinero se apoya en el quicio de la puerta al entrar. Mira con asombrado deleite a su alrededor. La cámara donde acaba de entrar es parabólica, y las paredes son de cristal. Por el cristal se alcanzan a ver las corrientes marinas, plantas y peces.



Cuadro 68
Acercamiento a la mano del hombre del mar, que juguetea con la arena. Se debe apreciar que el dorso de la mano tiene escamitas.
Hombre del mar: (off) Has venido...



Cuadro 69
La misma mano se apoya en la arena, como si el hombre se estuviera incorporando, y alcanzamos a ver una parte del torso.
Hombre del mar: (off) Necesitábamos a un hombre que amara el mar. Cuando soñabas, mirando las aguas...



Cuadro 70
Ahora vemos completo al hombre del mar, con su pelo y barbas larguísimos y una enorme cola de pez. Está recostado en un baco de arena. Frente a él, el marinero lo observa, asombrado aún pero con una cara de felicidad que no puede con ella... como si sus sueños se estuvieran haciendo realidad.
Hombre del mar:.. escuchábamos tus pensamientos, y teníamos cada vez mayores esperanzas. Por eso te hemos elegido...



Cuadro 71
El hombre del mar señala un cofre a una orilla de la cámara. Este cofre no debe parecer de manufactura humana. Debe dar la impresión de estar hecho como de coral. El marinero, desde un extremo del cuadro. Lo mira.
Hombre del mar: Pero antes de que te diga qué tienes que hacer, abre ese cofre y vístete como queremos.



Cuadro 72
El marinero, de rodillas frente al cofre, extrae su traje verde y lo mira con mucho gusto.
Texto: “En ese cofre estaba el traje que ahora visto. Desde un principio me gustó, aunque hoy haya hecho reír a los que nunca podrán tener otro igual”.



Cuadro 73
El marinero se pasa la parte de arriba del traje por el torso desnudo. Tal vez la cara cubierta. (Toma sexy gratuita).
Texto: “Y desde que me puse el traje de marinero verde, fue como si cambiara de nombre, de corazón y de pensamientos. Comprendí muchas cosas que no hubiera aprendido en otra parte”...



Cuadro 74
El marinero, de espaldas a la toma, contempla lo bonito de su traje frente al hombre del mar, que le sonríe.
Hombre del mar: Ahora eres el que debes ser...



Cuadro 75
Cambio de ángulo, por favor, pero misma situación. El marinero con alguna pose coqueta de su traje, y contentísimo, se acerca al otro. El hombre del mar igual.
Hombre del mar: El tiempo no será igual para tí. Vivirás la juventud que no cambia y tu destino será el nuestro.



Cuadro 76
El marinero (sentado junto al hombre del mar, que acaba de apoyar la barbilla en su puño) en flor de loto y con los brazos cruzados sobre la cabeza o algo así... una postura totalmente relajada y hasta descuidada. La sonrisa no se le borra del rostro.
Marinero: ¿Y qué tengo que hacer?



Cuadro 77
El hombre del mar, frente al marinero, sonríe. Una sonrisa mesurada y algo triste.
Hombre del mar: Eso no puedo decírtelo. Todo depende de ti. Sólo tú puedes inventar lo que debe hacer reír a la sirena.



Cuadro 78
El marinero, en su postura relajada todavía, cambia únicamente la expresión de su rostro a extrañeza.
Marinero: ¿Hacer reír a la sirena? No te entiendo... ¿de qué sirena hablas?



Cuadro 79
Otro acercamiento a la mano del hombre del mar, que aprieta la arena en el puño.
Hombre del mar: (off) Tú eres el encargado de pasearla en una embarcación que hemos construído para ella. Es la sirena más hermosa que ha nacido desde que el mundo existe. Todos la queremos y deseamos que sea feliz...



Cuadro 80
El hombre del mar, con su sonrisa triste, deja caer el puñado de arena poco a poco.
Hombre del mar: Es bondadosa, y su sabiduría no tiene límites. Sólo ignora una cosa, y tú debes enseñársela. No sabe reír.



Cuadro 81
El marinero comienza a ponerse de pie. Está todavía muy alegre, y el hombre del mar corresponde a su sonrisa con otra, más mesurada.
Marinero: Pues te prometo que los dos reiremos alegremente cuando estemos juntos.



Cuadro 82
La mano del hombre del mar señala hacia una de las paredes de cristal. Esa pared comienza a partirse, con un destello mágico.
Hombre del mar: Ve, entonces.



Cuadro 83
La pared se abrió como formando una puerta, y se alcanza a ver en el interior un túnel de cristal. En el quicio, están parados los tres capitanes.



Cuadro 84
La puerta, ya completamente abierta. El marinero, ya con cara seria, se dispone a seguir a los capitanes. El hombre del mar lo despide con un gesto de la mano y una sonrisa.
Hombre del mar: ¡Buena suerte!



Cuadro 85
El marinero sigue a los tres capitanes por el túnel. Ahora apreciamos que el túnel, efectivamente, es de cristal, piso incluído, y que parece estar sostenido por arrecifes submarinos. El marinero lo contempla.



Cuadro 86
Los capitanes salen por el otro extremo del túnel a una playita. El español señala hacia afuera del cuadro. El marinero, tras ellos, se frota los ojos, deslumbrados por el sol.
Capitán español: Ese es tu barco...



Cuadro 87
Toma del barco. Debe ser un diseño extravagante, mágico... algo completamente distinto a lo que se conoce. De preferencia esbelto y aerodinámico. El barco es blanco, y de él cuelga una vela oscura. Delante del barco, el capitán español explica mientras que los otros dos hacen una reverencia al marinero, quien por su parte se ve confundido.
Marinero: (en voz baja) ...¿Mi barco?
Capitán español: Tú eres el timonel.



Cuadro 88
El marinero ve alejarse a los tres capitanes por el túnel, de donde llegaron.



Cuadro 89
Después, misma toma, mira decididamente al barco.



Cuadro 90
El marinero asciende al barco por medio de una escalera de cuerdas.



Cuadro 91
El marinero se coloca al timón.



Cuadro 92
Toma aérea del barco, donde se ve que va cortando las olas. Por el aire, vuelan los grifitos.



Cuadro 93
Toma del barco contra la línea del horizonte. Tiene que hacerse notar que no hay sol, sino una luz muy rara... como de aurora.



Cuadro 94
El marinero levanta la vista del timón al llegar hacia él el sonido del canto de la sirena. Éste debe representarse en notas musicales grandes y redondas, flotando por todo el aire. Unas líneas de pentagrama pueden insinuarse, pero en líneas muy finas y en algunos casos borrosas, en curva por el aire.
Marinero: (pensando) Alguien canta...



Cuadro 95
Siguiendo las líneas del canto, que van a dar a una escotilla en la cubierta del barco, el marinero camina por la cubierta.



Cuadro 96
El marinero está desapareciendo por la escotilla. Su mano la cierra. Mira hacia abajo. Por la escotilla siguen saliendo las notas musicales.



Cuadro 97
El marinero va bajando por las escaleras hacia el fondo del barco, cuando su mirada se queda fija en un punto frente a él. Notitas todavía flotando.
Texto: “Entonces, la vi”...



Cuadro 98
Acercamiento al rostro de la sirena, que canta con muchísima, pero muchísima inspiración, aunque con cara triste. Las notas la rodean.



Cuadro 99
El mismo acercamiento, y la sirena sigue cantando, pero ha variado un poco su postura.



Cuadro 100
Mismo acercamiento. La sirena deja de cantar al darse cuenta de que el marinero está ahí, y mira hacia el frente. Nos hace suponer un cruce de miradas.



Cuadro 101
Acercamiento al rostro del marinero. Él está sorprendido... pero por la belleza de la sirena. Ejemplo: cuando, en la segunda novela gráfica de Elfquest, Leetah se desnuda frente a Cutter, pero la mirada del marinero es mucho más tímida.



Cuarto 102
Toma más amplia, que permite ver a la sirena completa y su alojamiento. Ella tiene los senos cubiertos por los cabellos, pero como al descuido. El sitio donde se encuentra se asemeja a un cómodo jacuzzi: es una pequeña piscina, con grandes ventanales para ver el mar, y en una de las orillas un banco de arena, que es donde la sirena se encuentra sentada. La piscina, hecha de cristal, está sostenida por soportes de madera clara. Junto al banco de arena de la sirena hay una tarima a la que se puede subir por unos tres escalones.
Sirena: ¿Has encontrado la risa? Dámela, quiero conocerla.



Cuadro 103
El marinero sigue inmóvil en la escalera. La sirena le señala la tarima.
Marinero: Eh...
Sirena: Siéntate aquí, junto a mí.



Cuadro 104
El marinero, sentado con mucha incomodidad, se rasca la cabeza. La sirena lo escucha con interés.
Marinero: La risa... bueno, permíteme contarte de aquella vez que mi tía y mi mamá eran niñas...



Cuadro 105
El marinero se rie a carcajadas. Onomatopeyas de risa alrededor de él. La sirena juguetea con la arena, de forma semejante a como lo hacía el hombre del mar.
Marinero:... y entonces, en cuanto mi tía se dio la vuelta, ¡mi mamá dejó salir a todas las gallinas!
Marinero: Y eso no fue todo... cuando mi abuelo se dio cuenta...



Cuadro 106
El marinero sigue riéndose (onomatopeyas pequeñas fuera del globo) y contando otra historia. La sirena sigue escuchándolo, muy respetuosa pero seria.
Marinero: ...y si hubieras visto cuando, en la escuela, le escondimos los libros al maestro...



Cuadro 107
El marinero, a mitad de una risa, se tapa la boca y mira a la sirena. Ésta, por la frustración, cierra los ojos.
Texto: “Pero era en vano. Nada de lo que le decía podía hacerla reír”.



Cuadro 108
El marinero se pone de pie, apenado. La sirena, como si estuviera a punto de llorar, baja la vista.
Marinero: Bueno... ya me tengo que ir...

Cuadro 109
El marinero, de nuevo en la tarima, intenta hacer una postura imposible de yoga con el gorro en los pies y uno de los zapatos en la nariz. La sirena, con la cola sumergida en el agua, lo observa con los codos apoyados en la arena.
Texto: “Nos veíamos a menudo. Y en ese tiempo me convertí en actor, en bailarín, en narrador de cuentos. Pero todo le parecía demasiado serio y acababa por encogerse se hombros...”


Cuadro 110
El marinero, de pie delante del timón, lo sostiene con una mano mientras que con la otra se rasca la cabeza.
Texto:”Pasaba largas horas inventando pantomimas inverosímiles, historias absurdas, bailes de mono frenético...”
Marinero: (pensando) Algo se me ocurrirá... algo se me tiene que ocurrir...



Cuadro 111
El marinero está junto a la tarima. Su última payasada fue ponerse unos bigotes falsos, muy mal hechos, de paja y llenar su gorro y su traje del mismo material. La sirena, frente a él, está sumergida en su piscina, y apoya lo antebrazos en el borde. La cabeza la recarga en los antebrazos. Su cara es más triste que nunca, y la del marinero es de profunda pena.
Sirena: Es inútil. Nunca aprenderé a reír.



Cuadro 112
El marinero, de pie junto a la piscina, tiene el gorro en las manos y la cabeza baja, como si estuviera dándole el pésame a alguien. La sirena continúa en la misma posición.
Marinero: (en voz baja) Lo... lo siento...



Cuadro 113
El marinero va subiendo por las escaleras de la escotilla. Con pesadumbre, se pasa una mano por la frente.



Cuadro 114
El marinero, de pie junto al timón, se pone una mano sobre los ojos como si avistara el horizonte.
Texto: “Un día”...



Cuadro 115
El marinero, desde su barco, ve un buque encallado, partido a la mitad y con el mástil quebrado, entre unos arrecifes.
Marinero: (pensando) ¡Un barco!

Cuadro 116
La sirena, sumergida hasta la cintura en su piscina, ve que el marinero baja por la escotilla. Sólo alcanzamos a ver la mitad inferior de su cuerpo. Los brazos están doblados como si sostuviera alguna cosa.
Sirena: ¿Qué sucedió? ¿Por qué nos detuvimos?



Cuadro 117
El marinero deja caer suavemente en la tarima su carga: un espejo, unos anteojos, una pipa y un acordeón. La sirena mira los objetos con seriedad, aunque curiosa, y extiende una mano hacia el espejo.
Marinero: Allá afuera hay un buque náufrago. Entré y hallé todo esto. ¿Qué te parece?



Cuadro 118
La sirena se contempla en el espejo. El marinero toma en cada mano un objeto: los lentes y la pipa.
Marinero: Tengo una idea...



Cuadro 119
El marinero se empieza a poner los lentes en la punta de la nariz. La sirena levanta un poco la vista del espejo.



Cuadro 120
La sirena deja el espejo a un lado. El marinero aprieta la pipa entre los dientes, dobla las rodillas y comienza a bailar, ridículamente, tarareando algo. Su diálogo está rodeado de notitas musicales.
Marinero: La la la la la la la la la la la la...



Cuadro 121
La sirena apoya la cara en la barbilla. El marinero se da la vuelta en su baile.
Marinero: La lara la la, la lara la la...



Cuadro 122
La sirena hace un ademán, y desvía la mirada del espectáculo. El marinero se detiene en seco.
Sirena: Ya basta, por favor...
Marinero: La, la...



Cuadro 123
El marinero, un poco apenado, se quita la pipa y los lentes. En medio de la pena mira de reojo el acordeón.
Marinero: Espera...



Cuadro 124
El marinero se sienta en la tarima, con el acordeón puesto entre los brazos.
Marinero: Cantaré...



Cuadro 125
Acercamiento a la cara del marinero. Vemos que se ruboriza intensamente.
Marinero: ...como tú...



Cuadro 126
El marinero canta, con una cara triste. Este cuadro tiene que ser una parodia descarada del cuadro 98 , tanto en la pose como en la toma 98. Pero las notas que flotan alrededor del marinero deben estar como quebradas y deformes.



Cuadro 127
Parodia, a su vez, del cuadro 99. Con mucha inspiración, nada más que con notitas rotas y marinero en lugar de sirena.



Cuadro 128
(Viene una secuencia cinematográfica del cuadro 128 al 132; de preferencia
deben ser del mismo tamaño). Acercamiento del rostro de la sirena. Comienza a ruborizarse. En su expresión están mezclados el asombro y una especie de horror. A su alrededor, flotan las notitas deformes
.
Sirena: (en voz bajita ) ¿Como... yo?



Cuadro 129
Misma toma. La sirena se ruboriza completamente y desvía la mirada. Comienza a llevarse una mano a la boca.



Cuadro 130
Ídem. La sirena se cubre la mano con la boca. Sus ojos, muy abiertos, miran su mano. Su boca comienza a abrirse. Más notitas.



Cuadro 131
Ídem. La boca de la sirena comienza a formar una gran sonrisa, pero los ojos de ella están asustadísimos. Una expresión casi cómica, semejante a la de Merlina cuando la obligan a sonreír en Los Locos Adams 2. Como si la sirena no pudiera creerse lo que le está sucediendo. Más notitas.



Cuadro 132
Ídem. La sirena, por fin, estalla en carcajadas. Ojos cerrados. La mano que cubría su boca se va hasta la mejilla, con los dedos doblados un poco. Las onomatopeyas de su risa cubren las horrendas notitas.



Cuadro 133
El marinero, frente a la sirena, la contempla reír (ella sigue sumergida hasta la cintura) y la mira con ojos alegres, pero continúa cantando. Notitas y risas en el aire.



Cuadro 134
La sirena, en pleno ataque de risa, se apoya en el borde de la piscina. El marinero ha dejado de cantar y está riéndose a su vez, reclinado sobre la tarima. Una mano se apoya en ésta, la otra detiene apenas el acordeón, que cuelga como un fuelle viejo. Los rostros de ambos están muy cerca. Del acordeón se desprenden unas últimas notitas espantosas, muy pequeñas y como desapareciendo.



Cuadro 135
La sirena, con una sonrisa radiante, toma la mano libre del marinero. Vemos su rostro 3/4 de perfil, y el de él 3/4 de espalda.
Sirena: Me has enseñado a reír...



Cuadro 136
Misma toma, diferente ángulo. Ahora vemos a la sirena 4/3 de espaldas y al marinero 3/4 de perfil. La cara del marinero expresa una completa felicidad.



Cuadro 137
Perfiles de la sirena y el marinero, frente a frente. Ella está retirando discretamente su mano.
Sirena: Ahora... será mejor que regreses al timón, si no quieres que naufraguemos.



Cuadro 138
Acercamiento al marinero, que, con expresión alegre, hace un saludo militar un poco torpe.



Cuadro 139
La sirena responde al saludo con un gesto de la mano.



Cuadro 140
El marinero va saliendo a cubierta por la escotilla. Tiene que sostenerse para no perder el equilibrio.
Texto: “Cuando subí, nuestra nave corría a una velocidad vertiginosa”...



Cuadro 141
El barco, con el marinero al timón, se acerca a una gruta gigantesca.
Texto: “Entonces, el mar se abrió”...



Cuadro 142
El marinero abandona el timón, y se dirige a la escotilla. Voltea la vista hacia atrás al oír que lo llaman. La cubierta del barco está alineada con un arrecife muy plano.
Texto: “...y el barco se detuvo en esa gruta. Quise bajar a ver a la sirena, pero”...
Voz en off: Vamos.



Cuadro 143
En la roca plana, encarando al marinero, están los tres capitanes. Los tres, ahora, están haciendo profundas reverencias. El fenicio está muy serio, el español esboza una sonrisa a medias y el vikingo levanta un poco la vista y mira al marinero con cara de “lo lograste, amigo”. Detrás de los capitanes se alcanza a ver la entrada a un túnel.



Cuadro 144
Los tres capitanes escoltan al marinero en el túnel. El marinero, esta vez, no mira sino hacia el frente. En el túnel se alcanza a percibir mucha luz. Hacia el final del túnel, una puerta mágica se está abriendo, con los mismos efectos del cuadro.



Cuadro 145
El marinero, de pie en el quicio de la puerta mágica, sonríe al hombre del mar, que, recargado en su banco de arena, se vuelve a su vez para saludarlo.



Cuadro 146
Acercamiento al hombre del mar. Dos globos.
Hombre del mar: La sirena ha aprendido a reír...
Hombre del mar: Ahora nada le falta, y somos felices. ¿Quieres quedarte con nosotros?



Cuadro 147
Frente al hombre del mar, el marinero baja la vista, sumido en sus reflexiones. El hombre del mar inclina la cabeza, con una sonrisa a la vez triste y cariñosa. Con una mano comienza a hurgar en la arena.
Texto: “Era lo que más deseaba... pero recordé a los hombres que se parecen a mí y que viven en este puerto”...
Hombre del mar: Entiendo...



Cuadro 148
El hombre del mar, solo en la toma, comienza a sacar un objeto pequeño y cuadrado de la arena.
Hombre del mar: Regresa, si así lo quieres. Pero recuerda...



Cuadro 149
El hombre del mar, guiñando un ojo con malicia, le da al marinero el objeto que sacó de la arena (un cofrecito blanco, con una forma que recuerda a una almeja o algo así).
Hombre del mar: ...que cuando es del mar debe volver a él.



Cuadro 150
Se abre la puerta (de roca, no la mágica) en el extremo de la cámara, y en el quicio está plantado el pirata, con su farol, y riéndose. El marinero, con seriedad, se dispone a seguirlo.
Texto: “Poco después, vino a buscarme el hombre de la venda oscura sobre el ojo”...



Cuadro 151
Toma amplia. Sentado en la roca, el marinero termina su historia frente al grupo de curiosos. Todos tienen diversas reacciones: el viejo, al frente de todos, frunce el ceño y se lleva una mano a la pipa. El pescador tiene cara de susto; su esposa se lleva un puño a la barbilla, meditando en lo que acaba de oír. La señora burlona y el boticario intercambian miradas sangronas. El empleado2 se tapa la boca, como si todo le hiciera mucha gracia. El empleado 1 levanta la vista al cielo, como pensando “¿y este muchacho baboso piensa que le vamos a creer?” Los niños visibles están con la boca abierta, menos el mayor, que estaba junto al empleado 2 y lo mira, curioso. La viejita de los dulces mueve la cabeza.
Marinero: ... y me trajo a este puerto. Nada más puedo contarles, porque todo lo saben como yo.



Cuadro 152
Toma del viejo, que sostiene la pipa en la mano. La gente que está de su lado, con expresiones no muy diferentes de la descripción anterior. Dos globos.
Viejo: Tu historia me ha gustado...
Viejo: ... pero no me atrevería a asegurar que no eres un mentiroso.



Cuadro 153
El marinero deja caer el cuerpo hacia adelante, como si estuviera muy cansado. Sus manos, laxas, cuelgan sobre sus rodillas. No se le ve la cara.



Cuadro 154
Toma de la esposa del pescador, que se adelanta para preguntar. El pescador mira en la misma dirección que ella.
Esposa: ¿Dónde está el cofre que te dieron?



Cuadro 155
El marinero, poniéndose de pie pero todavía con expresión cansada, se busca en uno de sus bolsillos.



Cuadro 156
El marinero abre el cofre delante del grupo de curiosos. Misma expresión de cansancio.



Cuadro 157
Acercamiento al cofre en la mano del marinero. Dentro del cofre, que tiene un cojín con la consistencia de un molusco, están tres perlas enormes.



Cuadro 158
El grupo de curiosos mira con asombro el contenido del cofre frente a ellos. El boticario se sostiene los lentes, que están a punto de caérsele, la señora burlona se cubre la boca con las dos manos, el viejo muerde su pipa con demasiada fuerza, el pescador le cuchichea algo a su esposa, que escucha con asombro (los dos con la vista fija en el cofre), el empleado 1, con los ojos muy abiertos, se adelanta a preguntar y el empleado 2 se sigue riendo entre dientes, mientras que el niño mayor lo mira extrañado. La viejita les pide silencio a los otros niños.
Empleado 1: Dinos la verdad... ¿de dónde sacaste esas perlas?



Cuadro 159
Acercamiento al rostro cansado del marinero. De fondo el mar, al que le dirige una mirada nostálgica.
Marinero: Del mar...



Cuadro 160
Con el grupo de curiosos (todos con expresión de asombro, menos el empleado 2 que habla con el niño mayor) atrás, el marinero va cerrando el cofre mientras se vuelve al mar.
Marinero:... y vuelve al mar cuanto le pertenece.
Empleado 2: (en voz baja y al niño mayor) ¿No te dije que estaba loco?



Cuadro 161
En un amplio movimiento, y con mirada de determinación, el marinero arroja el cofre a las olas.



Cuadro 162
Un relámpago parte en dos una nube.



Cuadro 163
La lluvia azota el mar, y las olas se levantan frente al malecón.



Cuadro 164
La mitad del grupo de curiosos (el boticario, la señora burlona, el empleado 2 y el niño mayor) tratan de cubrirse con los brazos del viento y la lluvia.



Cuadro 165
La otra mitad hace lo mismo, pero ya comenzaron a correr. La viejita trata de proteger a los niños con su chal. El empleado 1 ya va de salida. El pescador toma del brazo a su esposa y la jala hacia él. La esposa trata de ver al marinero entre los cabellos mojados y la lluvia que le caen sobre la cara. Del marinero sólo es posible ver una parte, sus piernas, tal vez.
Pescador: ¡Vámonos!



Cuadro 166
El marinero, de espaldas a la toma, encara el mar sobre su roca. No se mueve. Los brazos le cuelgan a ambos lados del cuerpo. Las olas, muy altas, casi cubren su perfil, oscurecido por la tormenta.



Cuadro 167
Toma aérea del puerto, con el muelle y el malecón a la vista, y lluvia cayendo.
Texto: Todo un día y una noche sacudió la tempestad sus terribles tambores...



Cuadro 168
De frente, el grupo de gente que había estado escuchando al marinero observa la roca con asombro. La esposa del pescador se abraza a su marido con expresión de pesar, y el empleado 2 se rasca la cabeza como si aún no le cayera el veinte. Texto arriba y abajo del cuadro.
Texto: Cuando volvió la calma, salieron los hombres y las mujeres en busca del marinero verde...
Texto:... pero no se le encontró en ninguna parte.



Cuadro 169
Vista de un mar en calma, con algunas olitas apenas peinando la superficie, y un sol reflejándose en la línea del horizonte. Texto arriba y abajo del cuadro.
Texto: Cierto es, una vez más, lo que ya sabemos...
Texto: Cuanto es del mar, debe volver a él.



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